Ha sido un sueño largamente ansiado el poder enseñar al mundo todo lo que he aprendido y ganado de mis experiencias. Siempre he creído que en el cuerpo humano hay planos anatómicos y que el conocimiento de dichos planos hace la diferencia entre los buenos y los malos cirujanos. Siempre he pensado que hay una razón por la cual la anatomía existe de una manera particular y que conocerla es la mejor forma para el progreso de la disección. En ese marco, entonces, me di cuenta de que toda la cirugía se basa en las fascias que rodean a las diversas estructuras y a los diferentes espacios y, por supuesto, a los vasos. ¿Dónde se encuentran estas fascias? ¿Cómo cubren los órganos? ¿Dónde están los espacios? ¿Cómo los hallamos? ¿Dónde están los vasos? ¿Cómo podemos realizar nuestro trabajo sin lastimarlos? Estas eran las preguntas que siempre acudían a mi mente. Algunos cirujanos tienen un don divino, pero la mayoría no posee esta ventaja. Para que cualquier cirugía perdure, debe ser duplicable y sus pasos deben ser reproducibles.
Con esta única consigna, decidí embarcarme en la travesía de descifrar el misterio y la magia de la anatomía. Esto era más relevante en la era de la cirugía de acceso mínimo, cuando no era posible una visión en 360 grados, por lo que se debía predecir la siguiente estructura antes de que esta apareciera en el campo operatorio. Así, acuñamos el término «anatomía predictiva». Junto con estas palabras llegaron unas pocas aseveraciones que no son completamente correctas en el idioma inglés, pero que fueron aceptadas en el mundo: «la grasa pertenece al recto», «la grasa pertenece a la vejiga» y «la disección siempre debe proceder paralela a las estructuras tubulares». Cuando acuñé estas frases, más tarde me di cuenta de que una gran cantidad de cirujanos realizan la disección en la misma forma. Sin embargo, asignamos frases a la forma en la que debe llevarse a cabo la disección. Yo era el único responsable de entender la anatomía para lograr mi sueño final de un trasplante uterino laparoscópico vivo.
Este libro es una compilación de 1200 imágenes que fueron dibujadas y seleccionadas, vueltas a seleccionar, rechazadas y luego finalizadas, tras revisar más de 10 000 imágenes. Esto se logró en un periodo de dos años, durante los cuales incluso los sistemas de las cámaras cambiaron y, con cada uno de estos cambios, permitieron la obtención de una calidad cada vez mayor para las imágenes.
Todo esto implicó un enorme esfuerzo en equipo y un gran trabajo, de manera que fueron necesarias muchas noches y un gran temple. Sigo en deuda con unas pocas personas que han trabajado duro para hacer que estas imágenes vieran la luz del día. Estoy especialmente agradecido con los doctores Sambit Nanda, Kajal Parikh, Shruti Ugran y con el Sr. Nilesh Sonawane, quienes hicieron esfuerzos monumentales para escanear y cambiar las imágenes todas las veces que no me parecieron satisfactorias.
Quiero agradecer también a mi esposa, la Dra. Seema, y a mis dos hijas, Shreya y la Dra. Aishwarya, por su continuo apoyo y por excusarme de las tareas de la vida diaria. No me sentiría completo si no expreso mi agradecimiento a mi equipo de cirujanos y ginecólogos, los doctores Mangesh Panse, Ravindra Sathe, Manoj Manchekar, Mihir Chitale, Mehul Mehta, Advait Jathar, Raviraj Tiruke y Tejashree Bakre, quienes proporcionaron valiosos aportes y ayudaron a culminar el libro. Por último, me gustaría agradecer a los editores y a todos mis colegas y equipo en el Hospital Galaxy Care, quienes me han respaldado. Es mi deseo que disfruten la lectura de este libro y aprendan la anatomía de tal manera que, según el adagio de Shiv Khera, «ustedes también puedan ganar»